Jesús habló del Reino de Dios y no de una organización religiosa que se llamaría Iglesia. No encontramos en los Evangelios expresiones que hagan referencia a la fundación de una comunidad religiosa, a una nueva y específica comunidad de seguidores de Jesús. Pero después de la resurrección de Jesús, sus seguidores, como consecuencia de su explícito mandamiento, reúnen en torno a ellos no solo a aquellos del pueblo de Israel sino a hombres y mujeres de todas las naciones.
La cláusula final del Credo de Nicea expone, breve y claramente, la autoconciencia de la Iglesia en esos primeros tiempos. Angelo di Berardino recopila un amplio repertorio de textos y maestros de la Iglesia de esos primeros tiempos para enriquecer nuestra comprensión y hacer más profunda nuestra fe en los grandes misterios expresados ahí.
El Credo subraya las cuatro marcas de la Iglesia, que son «una, santa, católica y apostólica». ¿Qué significa profesar cada una de estas marcas? Di Berardino nos ayuda a dar una respuesta con la ayuda de los Padres de la Iglesia.
Este volumen concluye, como lo